III. PRODUCTO INTERNO BRUTO
El 2022 ha sido el año de la consolidación en la recuperación económica tras la debacle generada por el Covid-19. En efecto, durante el primer semestre del año el PIB se expandió 10.6%, tras haber experimentado crecimientos de 8.6% y 12.6% en el primer y segundo trimestre respectivamente. Nuestras estimaciones sugieren que para la segunda mitad del año el crecimiento se ubicará en torno a 5.3%, lo que permitirá cerrar 2022 con una expansión del PIB de 7.8%.
“2022 cerraría con una expansión del PIB de 7.8%”
Aún cuando buena parte de la magnitud del crecimiento observado en el segundo trimestre obedece a un efecto base17, pues el paro nacional afectó significativamente la actividad económica durante el segundo trimestre de 2021, lo cierto es que la economía colombiana ha conseguido crecer aún frente a su referente pre-pandemia. Sin embargo, la recuperación no ha sido homogénea: algunos sectores pudieron sobrellevar mejor la pandemia que otros, ya sea porque la pandemia no afectó de manera grave su actividad o porque la política sectorial -como en el caso de la construcción de edificaciones- consiguió dinamizar la actividad.
17 Si bien el crecimiento de la actividad económica luce bueno cuando se analizan las variaciones anuales, los crecimientos secuenciales (crecimientos trimestrales sobre datos desestacionalizados) muestran que el producto viene perdiendo impulso: de un crecimiento del 6.3% en el tercer trimestre de 2021 se pasó a crecer 2.9% en el cuarto trimestre de 2021 y en los primeros dos trimestres de este año el país creció 1.4% y 1.5%, respectivamente. La diferencia entre la dinámica reportada con las variaciones anuales frente a las secuenciales pone de manifiesto la importancia del efecto de relativa baja base de comparación a la que ya hemos hecho referencia.
En 2023 la perspectiva es mucho menos favorable, pues el crecimiento de la economía colombiana alcanzaría 2.2%. Entre los factores que explican una menor expansión para el próximo año se destacan: a) el menor crecimiento mundial, b) el aumento en el costo de uso del capital, explicado por el efecto de la fuerte depreciación de la tasa de cambio en los últimos dos años, así como por el alza de las tasas de interés, c) las presiones bajistas que los incrementos en los costos de los insumos están generando sobre los márgenes de rentabilidad en algunos sectores y d) la incertidumbre sobre el cambio en las reglas de juego y la profundidad de las reformas que el nuevo gobierno piensa implementar. También existe incertidumbre relacionada con la pérdida de poder adquisitivo como resultado de la persistencia del fenómeno inflacionario.
Como ya se ha comentado en la introducción de este capítulo, uno de los factores que genera especial incertidumbre en las proyecciones para 2023 es la relacionada con el proyecto de reforma tributaria que ha sido presentado por el gobierno. En el momento de la publicación de este documento existe claridad sobre aspectos
tales como el aumento de los impuestos hacia las personas naturales y el cumplimiento de la regla fiscal. Sin embargo, otros temas -como la doble tributación- o la carga tributaria al sector minero energético podrían modificarse. De otra parte, y tal como se presenta en el capítulo fiscal, existe cierta incertidumbre sobre los efectos macroeconómicos de un paquete fiscal que, a diferencia de otros aplicados en el mundo, no sigue la receta clásica de aumento en impuestos y reducción de gastos: en este caso se aumentarán tanto impuestos como gastos.
“En 2023 el crecimiento alcanzaría 2.2%”
A continuación se describen algunos de los componentes que sustentan nuestras estimaciones:
PIB por el lado del gasto
Consumo de los hogares
Además de ser el componente de mayor participación en el PIB (70.5% en los últimos cinco años), el consumo de los hogares es también el componente que ha estado jalonando la recuperación de la actividad económica desde que se desató la pandemia de Covid-19. Durante el primer semestre de 2022, el crecimiento del consumo de los hogares (13.6%) estuvo soportado en los incrementos del gasto en bienes semidurables (35.5%), durables (16.3%) y en servicios (16.2%), mientras que el gasto en bienes no
durables fue el de menor crecimiento (5.2%). Entre los grupos de bienes y servicios con mayor aumento estuvieron las prendas de vestir y el calzado, así como el transporte y los restaurantes y hoteles. Por el contrario, la menor dinámica se observó en alimentos y bebidas no alcohólicas.
Teniendo en cuenta los elevados niveles de inflación, el ciclo de normalización monetaria que en consecuencia se viene desarrollando y que el gasto de los hogares no tiene una capacidad ilimitada de expansión, prevemos un crecimiento de 8.8% anual en el agregado de 2022. Aunque la estimación parece elevada, denota una desaceleración importante frente a los valores registrados durante el primer semestre. Esta desaceleración, que se anticipaba por la dilución del efecto base, está reforzada por el escenario menos favorable que enfrentan los hogares para financiar su consumo vía crédito y un menor poder adquisitivo derivado de la alta inflación.
Así mismo, avizoramos una expansión de 2.3% en el consumo de los hogares en 2023, en buena medida por la acentuación de las medidas de freno descritas en el párrafo anterior. Desde luego, existen algunos riesgos que podrían debilitar aún más la capacidad de gasto de los hogares colombianos, como lo son: un deterioro del mercado laboral que se derive de la menor actividad productiva, un mayor incremento del previsto en las tasas de interés o una inflación que no se pueda controlar en el tiempo esperado y continúe socavando el poder adquisitivo de los consumidores.
“Prevemos un crecimiento de 8.8% al finalizar 2022”
Crecimiento vulnerable: ¿Qué esperar del consumo y la inversión?
Recuadro No. 4
La economía colombiana creció 12.6% anual en el segundo trimestre de este año, una magnitud significativamente superior a la de la mayoría de países en este periodo. Aunque buena parte de la variación obedece a un efecto rebote, tras la baja base de comparación que se tuvo en el segundo trimestre de 2021 por cuenta del paro nacional y de las alteraciones al orden público, lo cierto es que al realizar la comparación con el mismo periodo de 2019 -antes de la pandemia-, se encuentra un crecimiento de 11.2%, el mayor contrastado con pares regionales como Brasil (3.5%), Chile (6.9%), Perú (3.0%) o México, que continúa aún por debajo del producto pre-pandemia (-0.4%).
El liderazgo en el crecimiento no es solo local. Las variaciones en el producto durante este mismo lapso en grandes economías del mundo como EE.UU. (4.2%), Canadá (2.6%), Alemania (0.5%), Francia (0.9%), Italia (0.3%) o Reino Unido (1.1%), fueron también menores a la nuestra. En Asia, países como Japón siguen sin recuperarse (-2.7%), mientras China está entre las pocas economías que supera nuestro crecimiento (11.7%).
El crecimiento de la economía colombiana ha estado apalancado en el gasto de los hogares, el rubro de mayor participación en el producto. Cuando se revisan las contribuciones al crecimiento desde que se tocó fondo en segundo trimestre de 2020, se encuentra que la cuenta viene contribuyendo en promedio con 7 puntos porcentuales al crecimiento anual de cada trimestre, en contraste con las contribuciones del gasto del gobierno (1.1 p.p.), la formación bruta de capital fijo (0.5 p.p.) o las exportaciones netas (-2.8 p.p.). Estas contribuciones son el resultado de variaciones elevadas en la mayoría de rubros, salvo en la inversión, que se muestra como el componente que más se retrajo por la pandemia y el menos dinámico en la fase de recuperación.
Ahora bien, la sostenibilidad del crecimiento del PIB a partir de expansiones en el consumo de los hogares, sin que esté acompañado de aumentos en la inversión, genera algunas dudas; máxime cuando buena parte del crecimiento del gasto que hemos observado obedece a factores transitorios o que se espera reduzcan su dinamismo de forma significativa en el corto plazo.
Las llamadas Cuentas Institucionales, publicadas tanto por el Banco de la República como por el Dane, son útiles para identificar factores el comportamiento de las variables correspondientes a los hogares18 . Lo primero que conviene identificar es que, desde este marco contable, el ingreso disponible de los hogares en 2020 apenas disminuyó (-0.4%), toda vez que se presentaron aumentos en los ingresos laborales de los asalariados (0.6%), por asistencia social en dinero (11.8%) y en especie (6.8%), así como en diversas transferencias corrientes (35.8%). La única de las grandes subcuentas del ingreso en registrar disminución fue la renta de propiedad y activos financieros (-12.6%). En resumen, al parecer el ingreso agregado de los hogares no recibió una afectación tan considerable.
18 Es importante tener en presente que estas cifras se publican en términos nominales, no reales.
Entretanto, el gasto de los hogares disminuyó 3.3% ese mismo año, como consecuencia de una contracción del consumo ante una alta incertidumbre y la limitación en el acceso a productos y servicios por las restricciones a la movilidad. Esta situación se tradujo en un aumento importante del ahorro en este periodo (41.3%). Este fenómeno también se vio reflejado en el bajo crecimiento de la cartera de créditos de los hogares, de la cual la modalidad de consumo representa cerca del 60%.
De esta manera, la acumulación del ahorro durante 2020 apalancó el crecimiento del gasto de los hogares en la fase de recuperación, impulsando el consumo y la demanda de crédito en 2021 y en lo corrido de 2022. Es claro que en la medida en la que el ahorro se continúe desacumulando, se reducirá de manera significativa el estímulo del consumo, sumado al efecto que tendrá el ciclo de normalización de política monetaria sobre el crecimiento del crédito.
La relación más interesante es tal vez la trayectoria de la proporción de algunas de las subcuentas listadas en la tabla anterior frente al total de ingresos y gastos. En efecto, mientras la proporción de ingresos por asistencia (en dinero y especie) respecto al ingreso total fue en promedio de 10.3% en el periodo 2016-2019, en 2021 ascendió hasta cerca del 12%, mientras en el caso de otras transferencias corrientes la participación pasó del 6.6% al 10%. Por su parte, el ahorro bruto representa la cuenta con mayor volatilidad. Mientras su relación frente al ingreso era en promedio de 8.3% en el lapso 2016-2019, en 2020 aumentó hasta 10.7%, y en 2021 esta proporción cayó hasta 2.7%, de lejos la más baja desde que se contabilizan estos registros. Aunque el ahorro creció 41.3% en 2020, la caída de 71.4% en 2021 y de 50.7% en el primer trimestre de este año muestra un agotamiento del impulso que puede aportar al crecimiento futuro este componente.
Teniendo en cuenta que la inversión es el mecanismo mediante el cual se amplía la capacidad productiva de una economía, recobra importancia el papel que esta jugará en el desempeño económico en el corto y mediano plazo. Conviene recordar que el crecimiento
de la inversión era exiguo ya desde antes de la pandemia; mientras el PIB creció en el quinquenio inmediatamente anterior (2015-2019) a una tasa anual promedio de 2.4%, el gasto de los hogares lo hizo a una del 2.8%, el gasto del gobierno general 4.6%, y la inversión a un ritmo de solo 1% anual. Es por ello que ya varios economistas venían advirtiendo sobre problemas en este frente si se querían conseguir tasas de crecimiento más dinámicas y sostenidas.
Uno de los determinantes de la inversión en cualquier economía es el denominado “costo de uso del capital”. Este concepto hace referencia al costo que tiene para una firma poseer activos productivos. Detrás del costo, están elementos como el precio del bien, la tributación, la tasa de depreciación y las tasas de interés, de ahí que identificar la trayectoria que puedan seguir algunos de estos elementos nos pueda dar luces sobre el papel de la inversión en el mediano plazo. Desde luego, a mayor costo de uso del capital, menor es el incentivo a invertir.
Respecto al precio de los bienes, se observa un encarecimiento abultado de la inversión, visible en la variación que viene presentando el deflactor de la formación bruta de capital en el PIB y que alcanzó 33.9% el segundo trimestre de este año. Detrás de este comportamiento podrían estar factores como la inflación de precios del productor y la apreciación del dólar, pues buena parte de los bienes de capital que se adquieren son importados. Por otro lado, el ciclo de subida de tasas de interés que atravesamos eleva aún más el costo de financiamiento de las inversiones.
Finalmente, los efectos de la reforma tributaria en este rubro no parecen ser favorables. Tras la reforma de 2019 -que creó algunos alivios a las empresas-, la llegada de la pandemia forzó la necesidad de búsqueda de nuevos recursos. El estallido social observado el año pasado que tumbó la reforma tributaria propuesta por el gobierno y que derivó en la presentación de una nueva reforma, centrada en conseguir los recursos faltantes en las empresas, elevó aún más su carga. Si bien el gobierno es consciente de la necesidad de bajar los impuestos a las empresas en línea con las recomendaciones de la OCDE, pareciera que en el actual proyecto de reforma no se tocarán
de manera importante las principales tasas impositivas para las empresas, aunque sí que se eliminarían varias exenciones a sectores específicos, lo que a la postre se traduce, en términos generales, en un aumento de la carga impositiva en algunos sectores
En todo caso, esta propuesta abre un nuevo frente de tributación, pues busca obtener recursos de las personas naturales con mayores ingresos, por lo que esta transferencia de poder adquisitivo desde hogares de altos ingresos hacia hogares de bajos ingresos podría favorecer en algún grado un aumento en el consumo de los hogares. Como se ha observado en estadísticas de ingresos y gastos del DANE, los hogares de menores recursos tienen una propensión marginal a consumir entre 2 y 3 veces mayor que la de los hogares de mayores ingresos (visto por quintiles).
“... se observa un encarecimiento abultado de la inversión...”
Consumo del Gobierno
En los últimos dos años, el consumo del gobierno ha estado enmarcado por las acciones implementadas para mitigar los efectos de la pandemia e impulsar la actividad económica y el empleo. El comportamiento del gasto público y de las transferencias a los hogares fue uno de los responsables del crecimiento de 10.3% logrado en 2021, el más elevado en la última década.
Teniendo en cuenta el avance del proceso de normalización de la actividad económica después de la pandemia, para 2022 anticipamos una reducción -aunque modesta- en el crecimiento de este rubro. En esta línea, durante el primer semestre de 2022 este rubro registró un crecimiento promedio de 6.4%, inferior al 10% obtenido en el mismo periodo de 2021. Para el segundo semestre del año esperamos que se mantenga la reducción de su dinámica de manera que en el agregado del año logre un crecimiento de 4.1%.
Para 2023, si bien se conserva un alto grado de incertidumbre por efecto de la distribución de los recursos de la reforma tributaria, proyectamos un crecimiento para este rubro de 4.3%, que resulta ser cercano a nuestra estimación para el año anterior. A pesar de la desaceleración de la economía colombiana, este resultado está influenciado por el alto nivel de inflación estimado para 2022 y la implementación de medidas que forman parte del programa de gobierno de la nueva administración.
Con el fin de conocer más información sobre los aspectos que pueden impactar el consumo del gobierno, lo invitamos a consultar la sección de finanzas públicas en este documento.
Formación bruta de capital
La formación bruta de capital tiene como principal componente la formación bruta de capital fijo, también denominada como inversión. Este rubro es el que presenta un mayor rezago frente a los componentes del PIB por el lado de la demanda. Si bien, registró un crecimiento anual de 20.2% en el primer semestre del año, su nivel
sigue siendo inferior frente aquel del primer semestre de 2019 (-7.5%) y su variación secuencial frente al primer trimestre de 2021 fue -0.3%, lo que sugiere que en buena parte del crecimiento anual es resultado de una baja base de comparación.
Para 2022 prevemos que la formación bruta de capital cerrará con un aumento real de 12.9% frente a 2021, como resultado de la buena dinámica que ya se observó en el primer semestre y una desaceleración de la misma durante la segunda mitad del año.
De cara a 2023, un aumento en el costo de uso del capital hace previsible una floja dinámica de la inversión, por lo que avizoramos una expansión de tan solo 2.4%. La causa más importante para el bajo desempeño de la inversión está relacionada con el aumento en el costo de uso del capital, el cual ha venido creciendo y podría continuar haciéndolo en la medida que: a) el proyecto de reforma tributaria presentado por el Ministro de Hacienda al Congreso elimina beneficios tributarios sectoriales, y por lo tanto representa un aumento en el costo de uso del capital de determinados sectores; b) los altos costos de los insumos que enfrentan los empresarios
(visibles a través del Índice de Precios del Productor o el Índice de Costos de la Construcción de Edificaciones) y que son resultado tanto de la depreciación como del aumento de precios de algunas materias primas en los mercados internacionales, están reduciendo márgenes y en algunos casos reduciendo la factibilidad nuevos proyectos de inversión; y c) el aumento de tasas de interés nacionales e internacionales -incluyendo la mayor prima de riesgo país- crean condiciones menos favorables para el fondeo de las inversiones y reducen el espectro de proyectos rentables19.
19A esto hay que sumar las nuevas medidas de fondeo estable que exige la Superintendencia -conocidas como el CFEN- que tendrán un efecto significativo en la estructura de las captaciones de los establecimientos de crédito. El CFEN es un indicador de liquidez implementado en 2020 por la Superintendencia Financiera en línea con los estándares de Basilea III, con el fin de promover que los activos de las entidades financieras tengan un fondeo de largo plazo y baja volatilidad. Se calcula como la razón entre el Fondeo Estable Disponible (FED), que determina las fuentes de fondeo más adecuadas a largo plazo, y el Fondeo Estable Requerido. (FER), que determina el fondeo de los activos de acuerdo con su plazo y exposición al riesgo de liquidez. Con las nuevas medidas, las inversiones a largo plazo e inversiones de baja calificación requerirán de un mayor fondeo, por lo que una medida para alcanzar el CFEN requerido será diversificar las inversiones por distintos plazos y mejores calificaciones. De igual manera, el indicador exige que la cartera hipotecaria tenga un mayor fondeo requerido, lo cual puede inducir a una menor disposición a otorgar recursos en esta modalidad, de los cuales un porcentaje importante son destinados a proyectos de construcción de vivienda, edificaciones y obras civiles.
Es importante mencionar que de los tres componentes que conforman la inversión, se espera que sea el de maquinaría y equipo el que presente un menor dinamismo. Por el contrario, la inversión en construcción, especialmente en edificaciones residenciales, continuará registrando buenos resultados.
“Es previsible una floja dinámica de la inversión en 2023”
PIB por el lado de los sectores.
Agricultura, ganadería, caza, pesca y silvicultura
El primer semestre del 2022 fue negativo para el sector agropecuario, presentando una contracción del -0.78% comparado con el mismo período del año 2021. Las fuertes lluvias y el alto costo de los fertilizantes e insumos agrícolas fueron los principales
factores que generaron una reducción en la producción de café, palma de aceite, caña de azúcar y arroz mecanizado, en mayor medida.
Para el año 2022 esperamos que el sector agropecuario tenga una caída de -0.3%, explicada por un continuo decrecimiento en la producción de los cultivos agrícolas debido a las fuertes lluvias y la menor calidad en la producción, a causa de los altos costos de los fertilizantes que ha desincentivado el uso de los mismos. Por el lado del sector cafetero, se espera que la producción finalice el año en 12 millones de sacos de café, mostrando una reducción de 4.6% frente a aquella de 2021.En el sector ganadero, el contínuo aumento en las exportaciones y la demanda interna de carne para consumo han dinamizado el sector y este podría presentar un crecimiento del 2.3% en el año 2022.
Por su parte, para el año 2023 esperamos que la rama crezca 2.8%. Los cultivos agrícolas transitorios presentarían una leve expansión anual de 1.6%, jalonada por el incremento en la producción de caña de azúcar, fruto de palma y arroz mecanizado, principalmente.
En cuanto a la producción de café, se espera que en el 2023 la producción anual se eleve a niveles de 12.3 millones de sacos, teniendo en cuenta los altos precios internacionales del grano. La ganadería mantendría el dinamismo dada la alta exportación de carne bovina y el mayor consumo por parte de los hogares colombianos.
Es importante resaltar que entre los mayores riesgos que pueden afectar al sector agrícola se encuentran el factor climático adverso y los continuos incrementos de precio en los insumos y fertilizantes que se han visto agravados por la fuerte depreciación del peso colombiano.
“... los mayores riesgos provienen de factores climáticos
y precios de insumos …”
Explotación de minas y canteras
La rama creció 0.7% durante el primer semestre del año, como resultado de una variación anual positiva en la extracción de petróleo y gas natural (2.6%), en la extracción de otras minas y canteras (6.5%) y en las actividades de apoyo para otras actividades de explotación de minas (1%); crecimiento que estuvo contrarrestado por las variaciones negativas en la extracción de carbón de piedra y lignito (-4.2%) y de minerales metalíferos (-5.4%).
En lo que resta de 2022 el sector debería acelerar su crecimiento sustentado en las altas cotizaciones de estos bienes, que estimulan la producción, así como en un aumento en la demanda externa, especialmente de petróleo y carbón, productos de gran importancia en la canasta exportadora colombiana, por lo que este año cerraría con un crecimiento de la rama del 2.1%.
Las perspectivas de crecimiento del sector para el próximo año tienen que ver en buena medida con los frutos de las inversiones y actividades exploratorias que se han desarrollado en el último año, acelerando la dinámica productiva de toda la rama, que se encuentra estimulada también por los elevados precios de las materias primas en todo el mundo. Estimamos que la producción promedio de petróleo el próximo año se ubicará entre los 760 y 765 mil barriles diarios, la producción de gas natural alcanzará entre 1,100 y 1,150 millones de pies cúbicos diarios, mientras que el volumen extraído de carbón aumentaría entre 5% y 6%. En este escenario, el crecimiento del sector podría alcanzar 4.2% el próximo año y sería la rama con mayor expansión.
En todo caso, es importante señalar que el proyecto de reforma tributaria contempla medidas que afectan de manera especial a las empresas de la rama de explotación de minas y canteras: la propuesta de establecer al sector una sobretasa al impuesto sobre la renta y un nuevo impuesto a la exportación de carbón y petróleo. Estas determinaciones sobre un sector que, de acuerdo con la Comisión de Expertos en Beneficios Tributarios, ya
tiene a cargo las tarifas efectivas de tributación más altas en el país, tendrán un efecto disuasorio sobre las inversiones en las que no se esperan altos márgenes de rentabilidad.
“... la reforma tributaria afecta de manera especial a empresas de
esta rama ...”
Industria manufacturera
Esta rama ha sido una de las impulsoras de la notable recuperación económica de Colombia. La demanda interna y externa han jalonado el crecimiento de la producción manufacturera en los últimos trimestres, haciendo que el valor agregado creciera 15.6% durante el primer semestre de este año. Los subsectores industriales que mayor contribución realizaron al crecimiento fueron: la elaboración de bebidas, la elaboración de papel, cartón y sus productos, y la confección de prendas de vestir.
La industria manufacturera fue también el sector más golpeado por el paro nacional nacional del año pasado y las alteraciones al orden público que surgieron en el marco de este, especialmente en Valle del Cauca, Cauca, el Eje Cafetero y Bogotá, dominios geográficos con gran participación en la producción manufacturera. Aunque buena parte del crecimiento señalado en el párrafo anterior se debe a este fenómeno, ya desde el primer trimestre de 2021 la industria manufacturera había conseguido superar en términos reales el valor de su producción pre-pandemia, por lo que el resultado es favorable cualquiera sea el punto de comparación.
A pesar de los buenos resultados, la industria manufacturera no será ajena al endurecimiento en las condiciones de financiación debido a las subidas en las tasas de interés. Estas se seguirán trasladando paulatinamente a las empresas, por lo que es previsible una dinámica más moderada del sector en el segundo semestre del año, cuando también se materializará la dilución del efecto base de comparación que por varios trimestres amplificó el crecimiento de diversas actividades de la economía. De esta manera, estimamos un crecimiento para 2022 que cerraría en 11.1%.
Una caída en la demanda interna y externa golpearían al sector en 2023. Un costo de uso del capital más alto derivado de condiciones de financiamiento menos favorables, de precios de bienes capital elevados -visible a través de la inflación en el índice de precios del productor- y ciertos aspectos de la reforma tributaria, mermarán significativamente la expansión que podría conseguir el sector el próximo año, la cual estimamos en 1.8%.
Los mayores riesgos para el sector vienen de dos frentes. En primer lugar, una disminución en las demandas interna y externa más allá de lo previsto se podrían traducir en un menor volumen de pedidos, lo que golpearía de forma directa el desempeño de la producción. Además, el precio de las materias primas continúa jugando en contra de los fabricantes, que con el ánimo de no sacrificar la demanda han mantenido los precios de venta de sus productos con menores variaciones que las experimentadas por sus insumos. Esta situación no será sostenible en el caso en que se siguiera acentuando la inflación de precios de los insumos.
“Esta rama ha sido una de las impulsoras de la
recuperación económica.”
Construcción
Actualmente, la construcción es la rama de actividad económica con mayor rezago frente a su nivel antes de la pandemia. En efecto, mientras el PIB creció 10.9% trienal en el primer semestre de 2022, la actividad económica del sector de la construcción se ubicó un 17.9% por debajo.
Por subsectores, la construcción de edificaciones, que pesa el 51% del sector, ha sido el de mejor desempeño en lo corrido del año: crecimiento anual del 10.9% y un rezago trienal del -11%. Esta anterior variación se explica principalmente por las construcciones residenciales, luego de los niveles récord de ventas de vivienda nueva en el país en 2021 (más de 192 mil unidades comercializadas y un incremento del 29.7% real sobre su valor) que impulsaron significativamente al alza el área iniciada y en proceso de
construcción (18.9% y 16.2% anual, respectivamente a junio de 2022). Para las construcciones no residenciales, el impacto negativo tras la pandemia fue mayor en la medida que se desincentivó la edificación de inmuebles como locales, oficinas y bodegas ante la disminución de la actividad económica y la difusión del trabajo en casa. Sin embargo, este balance ha cambiado en los últimos cortes pues, a junio, el área iniciada creció sobre el 27.7% anual.
Lo anterior contrasta para las obras civiles, cuyo valor agregado se sigue contrayendo y exhibiendo altas tasas de rezago frente a 2019: -1.1% anual en el primer semestre de 2022 y una diferencia trienal del -33.8%. Según el Indicador de Producción de Obras Civiles (IPOC), este comportamiento obedeció a una menor producción de tuberías y líneas de comunicación (-27.1% anual real); puertos, canales, presas y acueductos (-11%), y carreteras, calles, puentes y túneles (-0.8%). Ello aunado a un menor porcentaje de ejecución de obras (28% para el total del sector de transporte a agosto), el incremento de los costos de los insumos de construcción (8.9% anual) y la culminación de diferentes obras 4G en los últimos meses (10 proyectos).
Según nuestras estimaciones, al cierre de 2022, el sector constructor llegaría a un crecimiento anual del 7.5%, producto del buen comportamiento del subsector de construcción de edificaciones (9.5%) y un cambio de tendencia del de obras civiles (2.8%).
Estas previsiones parten principalmente de la continuación del excelente desempeño de la construcción de edificaciones residenciales, ante los altos niveles de iniciaciones de vivienda que aún responden a las ventas de meses atrás, la expectativa de culminación de más de 180 mil viviendas en el país (38% adicionales frente a 2021) y la política de otorgamiento de subsidios por parte del Gobierno Nacional, sumado al significativo incremento anual del área licenciada para obra en lo corrido del año tanto para destinos residenciales como no residenciales (15.6% y 17% a junio, respectivamente). En cuanto a las obras civiles, se prevé una aceleración en su ejecución e inversiones en infraestructura por parte de gobiernos municipales y regionales para lo que resta del año.
Para 2023, proyectamos que el sector constructor consolidaría un crecimiento del 4.1% anual, uno de los más altos en comparación a las demás ramas de la economía. Este resultado se deriva, en primer lugar, del aumento del 3.6% de la construcción de edificaciones ante las buenas estimaciones de entregas en 2023 (más de 246 mil viviendas), que elevaría el área nueva y en proceso de construcción.
Sin embargo, es probable que tales niveles se vean afectados por los cambios en los costos de los insumos para construir, que a julio se aproximaban a una variación del 10% anual.
Esto podría alterar los planes previstos tanto de las constructoras como de los compradores de vivienda, puesto que, de una parte, se presentarían modificaciones sobre el precio final de la vivienda, retrasos en los tiempos de entrega y, en última instancia, paralizaciones y cancelación de proyectos. Para los hogares, aunado a los continuos aumentos de las tasas de interés esto significa un menor poder compra y ocasionaría la disminución de las ventas y el aumento de desistimientos. Adicionalmente, la política de vivienda del Gobierno, especialmente en cuanto a la continuación de los subsidios de vivienda, sería clave para tal crecimiento. De minimizar tales riesgos, es probable que el subsector crezca aún más de lo estimado.
Para la construcción de inmuebles no residenciales, se anticiparía una expansión debido al incremento de la actividad económica, sin embargo, el segmento estaría igualmente presionado por los costos de construcción y los niveles de vacancia en el país.
Por su parte, las obras civiles crecerían 4.9%, el mejor desempeño estimado corre por cuenta del avance y terminación de las obras 4G restantes, el inicio de los primeros proyectos 5G, que cuentan con una inversión de $20.5 billones para la primera ola, y la contribución positiva de las obras municipales y regionales, cuyas inversiones superarían los $63 billones tan solo en las cinco principales ciudades del país en el presente cuatrienio.
No obstante, el aumento de los costos de construcción como efecto adverso no deja de ser una preocupación para que se den unos correctos niveles de ejecución, al afectar la demanda de insumos y rentabilidad del proyecto. A esto se sumaría la estimación del aumento significativo del salario mínimo para el siguiente año que alteraría la mano de obra empleada en ambos subsectores.
“La construcción es el sector con mayor rezago frente
a su nivel prepandemia”
Comercio, reparación de vehículos, almacenamiento, transporte, alojamientos y servicios de comida
Esta gran rama fue una de las más afectadas por la pandemia. Actividades como el transporte, los alojamientos o los servicios de comida, que en buena medida se sustentan en actividades de esparcimiento, ocio y algunas no esenciales para la existencia humana, sufrieron las consecuencias de los aislamientos decretados para hacer frente a los contagios tras la llegada de la pandemia de Covid-19 a Colombia.
Aún así, este sector también ha sido una de los de mayor ritmo en la recuperación. En el primer semestre de 2022 la rama registró un crecimiento anual de 19.2%, el segundo más alto entre las 12 grandes ramas de actividad que conforman el valor agregado del PIB20. Detrás de sus resultados, se encuentran las variaciones de las actividades comercio y reparación de vehículos (10.6%), transporte y almacenamiento (25.5%)21 y alojamiento y servicios de comida (33.8%).
20 El crecimiento de esta rama fue únicamente superado por la rama de actividades artísticas, de entretenimiento, recreación y otras actividades de servicios
21 En el caso del transporte aéreo, la variación anual en el primer semestre superó el 110%.
Nuestra estimación de 11.6% para el crecimiento de 2022, además de considerar los resultados del primer semestre y una disipación del efecto rebote que estuvo acompañando varias actividades en el primer semestre, considera también la pérdida de poder adquisitivo de los hogares colombianos como consecuencia de la inflación más alta en décadas, así como un menor acceso a crédito tras el incremento en las tasas de interés, que se desprende del ciclo de normalización monetaria que se encuentra adelantando el Banco de la República.
Para 2023 proyectamos un crecimiento de 1.9% por los mismos factores descritos anteriormente. Elementos que podrían aminorar aún más el crecimiento provienen de una afectación significativa al mercado laboral por un menor crecimiento de la actividad económica al que se tiene previsto, una tasa de cambio más alta que la considerada en nuestras estimaciones, que encarecería los precios de todos los bienes importados; y una menor cantidad de viajeros internacionales que podría darse si las economías desarrolladas se deterioran en mayor grado de lo esperado actualmente.
“esta rama también ha sido una de las de mayor
ritmo en la recuperación.”
Actividades financieras y de seguros
Durante el primer semestre de 2022 las actividades financieras y de seguros crecieron 4.1% respecto al primer semestre del año anterior, reflejando el buen desempeño del sector a pesar de que en el primer trimestre se registrara una caída de -3.2% anual22. Por su parte, los establecimientos de crédito presentaron un impulso notable en la primera mitad del año, producto de la expansión de la cartera de créditos, que al cierre del primer semestre alcanzó un crecimiento anual del 16%, gracias a las variaciones a doble dígito en todas las modalidades y en especial el impulso de la cartera de consumo, la cual registró expansiones superiores al 22%. De igual manera, estos comportamientos han sido posibles gracias a la desacumulación en provisiones bancarias y a la mejora en la calidad de la cartera, indicadores que llegaron a niveles similares a los que se tenían en los periodos previos a la pandemia.
Respecto a la industria aseguradora, información del gremio asegurador señala que si bien el pago de la póliza por parte de una importante compañía a principios del año afectó los resultados del sector, en el primer semestre del año se evidenció un comportamiento positivo producto de un crecimiento sostenido en las primas emitidas (23% frente a 21% en el primer semestre de 2021), en las comisiones de intermediación y de un comportamiento estable en la liquidación de siniestros.
Para lo que resta del año, esperamos que las actividades financieras y de seguros presenten un crecimiento de 10% en el segundo semestre del año, con lo que el aumento para todo 2022 sería del 7%. Este comportamiento se soportaría en el dinamismo de la cartera de créditos, cuyo impulso se mantendría durante el tercer trimestre y no se vería afectado sino hasta el último trimestre del año, debido a que el aumento en las tasas de interés recaería sobre la demanda de crédito y la calidad de la cartera, especialmente en
22 Este comportamiento obedeció a un factor coyuntural en el segmento asegurador, dado el desembolso de US$633 millones por parte de la aseguradora Mapfre a Empresas Públicas de Medellín (EPM) por la contingencia ocurrida en Hidroituango