Centroamérica seguirá siendo el punto débil. El 2020 ha representado un reto muy grande para las operaciones de Celsia en Centroamérica, considerando que luego del fin de los contratos de Cativá y Bahía Las Minas (BLM) en 2018, plantas que representan el 69% de la capacidad instalada en esta región para la compañía. Durante el 2019 no se vieron avances efectivos en la estrategia comercial para contrarrestar la caída en los ingresos, y como consecuencia, en lo corrido del año 2020, hemos evidenciado los bajos márgenes de rentabilidad y los escasos aportes de las operaciones de Panamá. Por su parte, la crisis desatada por la pandemia del COVID-19 podría seguir limitando el crecimiento en esta región, esto en línea con lo observado durante el 2T20 donde la participación de las plantas térmicas en el mercado spot solo fue de 1 GWh (-99.1% anual). Si bien los activos son capaces de cumplir con sus obligaciones financieras, estos seguirán presionando los márgenes de rentabilidad a la baja en la operación consolidada de Celsia, de no lograr negociar nuevos contratos para las térmicas.
Principal accionistas (Grupo Argos) podría limitar el crecimiento. Con la transformación en la estrategia corporativa de Celsia, que le ha permitido aumentar sus índices de rentabilidad, incrementar su matriz de generación a energías limpias y expandir su segmento de distribución con la adquisición de Enertolima, se han incrementado las expectativas de flujo a sus inversionistas. Motivo por el cual, su accionistas mayoritario Grupo Argos, podría continuar fondeando otras inversiones de otras empresas de su portafolio, al igual que el pago de dividendos a sus accionistas, por medio de los dividendos entregados por Celsia, que al final presionarían a la compañía a limitar el uso de sus propios recursos para el desarrollo de nuevos proyectos, e incluso aumentando la posibilidad de incrementar su deuda.